Eras una tarde soleada,
fines del verano,
comienzo del otoño.
Distintos cuerpos descansaban al sol.
Una leve brisa ondeaba mis rulos.
Un alegre canto descendía de un árbol.
Entre los altos pastizales
todos cargabamos nuestras almas
con los rayos del sol.
Humanos, perros, gatos
extrañas vidas que contar.
La tarde soleada,
los pájaros cantando, la brisa.
Hoy, tarde apacible, yo gozo.
Quizas mañana no te recuerde.
Hoy, tarde tranquila, eres la más hermosa.
Y quizas te olvide.
Tarde exquisita, vuelve a visitarnos,
si hemos olvidado
tus caricias tibias y tu canto amable.
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